Nuestro mundo oculta muchísimas historias, algunos secretos e incontables relatos. En sótanos, estanterías, salones, debajo de los cojines del sofá, en el doble fondo del armario del abuelo…
Esta es una
de esas historias.
Comienza con
la historia del longevo sir Lionel. Sir Lionel tenía la friolera de mil
trescientos y muchos años, dejó de contarlos hace mucho tiempo porque no se
para a contar esas banalidades. Sir Lionel el eterno. Cualquiera que tenga más
de un siglo se hace sabio, pero quien tiene más de un milenio de antigüedad(ya
no podemos hablar de edad, claro) es alguien que, como mínimo, ha visto mucho.
Sir Lionel
vive en su retirada finca en los pastos del Reino Unido, a salvo del mundo y
del ruido. Lejos de censos, mortales e impuestos. En ella guarda tesoros de
muchas de sus aventuras como un pedazo de la famosa arca perdida, un ojo de
algo que no se atreve a decir su nombre, un libro firmado con una M. en letras
doradas, una pluma de hipogrifo… aunque la más extraña de sus piezas es, sin
duda, una extraña esfera de aspecto cristalino. Esta esfera es muy especial ya
que contiene todo un universo en su interior. Sir Lionel lo sabe y la protege
en el centro de su gran biblioteca donde se pasa los días leyendo y las tardes
rellenando crucigramas.
Pero un día
se le cayó el té encima del sobresalto que le causo escuchar hablar a aquella
esfera:
-¡¿Hola?!
¡¿Hay algo ahí dentro?!
Sir Lionel
se cogía el pecho con la mano mientras se recolocaba sus pequeñas y redondas
gafas. La voz era masculina y juvenil.
-Hmmm…. ¿Qué
será esta bola?
Se levantó y
comenzó, con cuidado, con cautela, a caminar hacia la esfera mágica.
-¿Y si la
agito?
Una gota de
sudor frío le recorrió la ceja y gritó:
-¡Detente!
-¿Eh? ¿Quién
anda ahí? ¡Salid de vuestro escondrijo!
-¿Qué…?
-¡Ah! ¡La
voz viene de la bola! ¿Qué eres, bola? ¿Un fantasma? ¿Un genio?
-¡No,
imbécil! ¿Acaso no sabes lo que tienes en la mano?
-¿Eh? No.
¿Qué es?
Sir Lionel
se atusó el bigote, recolocó el traje y con su voz sabia pero anciana comenzó a
contar.
-Lo que
tienes en tus manos es un microcosmos.
-¿Un... qué?
-Guarda
silencio, joven, escucha. Esa esfera es lo que llegamos a denominar un
microcosmos, es decir, todo un universo en miniatura. Esa esfera contiene todo
lo que fue, todo lo que es y todo lo que será mi universo. Cada estrella, cada
agujero negro, cada recuerdo, cada asteroide, beso, dragón y cuento. Todo está
dentro de esa bola.
-Entonces si
la destruyo destruiré un universo.
-Destruirás
dos universos. Piénsalo antes de intentar nada.
-¿Cómo…?
-Mi universo
contiene una esfera similar, joven…
-Thomas
Wallace, señor.
-Mi nombre
es Sir Lionel de Britania, encantado. Como iba diciendo, poseo en estos
instantes, en mi mano, una esfera similar a la suya que contiene su universo.
Todo lo que ve, escucha y siente lo mantengo yo en mi mano ahora mismo. De
destruir mi universo destruiría esta esfera y por tanto destruiría su propio
universo. Es algo que no le conviene, señor Wallace.
-Entiendo…
¿Y qué podemos hacer?
-Usted me ha
puesto en una encrucijada. Verá, cuando mis compañeros y yo encontramos esta
esfera se me invitó a mí a custodiarla pues yo soy eterno. Llevo más de mil
años guardándola y protegiéndola de múltiples peligros pero creo que usted,
señor Wallace, no corre la misma suerte que un servidor. ¿Me equivoco?
-Per…
perdone, esto es muy confuso. O sea. ¿Tienes más de mil años? ¿Cómo…? ¡No! Yo
soy… eh, normal, sí. Un arqueólogo. Nada más.
-Y cree que
aquellos a los que sirve harán buen uso de este microcosmos.
-Lo dudo.
-Entiendo…
¡Podríamos intentar tantas cosas! Y todas serían un fracaso estrepitoso. Desde
que su linaje se dedique a custodiarla como que la esconda por siempre en un
agujero.
-¿Y si la
lanzase al espacio?
-¿Está usted
loco?
-Es… el…
sh-shock. Perdone. Son muchas cosas juntas. Joder, un hombre milenario, una
esfera que habla, un universo en mi mano. ¡Son muchas cosas! ¡No puede esperar
que me lo tome con calma y frialdad!
-Cálmese.
Déjeme pensar. De momento no hable con nadie de este incidente y proteja la
esfera con secretismo y recelo. ¿Lo hará?
-Lo…
in-intentaré.
-Gracias.
Días más
tarde el plan de sir Lionel comenzó. El señor Thomas Wallace mostraría esa
esfera en la más importante organización internacional y en ella sir Lionel
expondría el problema. Al principio las naciones se mostraron, como era de
esperar, egoístas, y todas querían la preciada bola. Poseer un universo, ¿hay
algo más ambicioso? Pero sir Lionel ya lo tenía pensado, era un hombre que
había visto reinados nacer y morir, estaba harto de la política pero la
entendía. Sir Lionel, sin dar su identidad en ningún momento, claro, les
explicó que él era el poseedor del universo en el que vivían y que como tal
exigía la protección de todo aquello que poseía.
Los
mandatarios al principio no lo vieron claro pero aunaron fuerzas tras unas
escaramuzas y guerras menores. Todo estaba calculado.
El mundo del
señor Wallace prosperó pues todos tenían un objetivo común, simple, pero al fin
y al cabo común. Proteger el universo. Siglos más tardes ese mundo habría
desarrollado lo inimaginable y había alcanzado un estado de iluminación que
sólo los más atrevidos se atreven a soñar. Pero este gran avance tiene un
precio, que sir Lionel siga escondiendo la esfera por siempre. En otras
palabras, que el mundo de sir Lionel siga siendo el que es para que el mundo
del señor Wallace prospere.
Es un secreto.
Como tantas otras historias. Un sacrificio que nadie sabe que está cometiendo...
O no. Al fin y al cabo es una historia.
Y un secreto, así que…. Sssshhh.
curioso. ¡ña! curioso. leerte siempre supone que giren un par de grados las cosas de la cabeza.
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