martes, 26 de noviembre de 2013

Entre las luces de la Ciudad


Se escuchan pasos morados por las calles más insospechadas, los carteles luminosos brillan en sus pupilas y los charcos vibran cuando las botas de agua saltan sobre ellos. Es otoño, la Ciudad está preciosa y a través de sus lentes vive una fantasía. No es chica de ciudad, no, esto la sobrepasa, esto es tan bonito que la sobrepasa. Camina de arriba a abajo, se pierde, corre, sonríe y le coge del brazo con una sonrisa en los labios y dos estrellas en los ojos. Se ha hecho de noche y las luces ahora resplandecen en su rostro, vibran y bailan y ella siente música en sus escalofríos. Él no hace más que mirarla anonadado, es feliz cuando ella lo es. Siempre fue así. 
No entraron en las tiendas, a ella le bastaba parar delante de los escaparates y hacer fotos, muchas fotos, ¡muchísimas fotos! Él quiso entrar en un par pero se dijo a sí mismo que ya iría un día por su cuenta, siempre le da por cargarse la magia pero no la de ella. No la de ella. 

Son estos días de noche y amigos los que ellos dos viven con más intensidad, se recuerdan el uno al otro que viven, que de verdad caminan, que de verdad... existen. Es tan difícil saberlo a veces... 

Arual, dice él, no te alejes demasiado, podrías perderte. Nunca me perderás, tonto. Dijo ella. Nunca me verás desaparecer de tus narices porque eres mi amigo, ¿recuerdas? Sí, claro que sí... es sólo que a veces no sé muy bien quién es el amigo de quién. Se quedaron en silencio, mirándose, un tren de cercanías a toda velocidad les hizo despertar con su silbato. Se cogieron de la mano y siguieron caminando. Ud, prométeme algo, le susurró ella. Dispara. Prométeme que pase lo que nos pase tú serás feliz, prométemelo. Él se echó a reír, ¡no tiene gracia! ¡Lo digo en serio! Él se detuvo y la miró a los ojos, Arual, sólo hay una manera de que no me veas. ¿Y cuál es? Cierra los ojos, ¡no los abras! Ya está. ¿Quieres que siga aquí? ¡Pues claro, tonto! ¿De verdad? Sí. ¿De verdad de la buena? Sí. Ambos abrieron los ojos. 
¿Quién es el amigo de quién? Se dijeron al unísono. 
No importa. Siguieron su camino, fascinándose y queriéndose. Los mejores amigos. Para toda la noche. Partieron por el mar de luces de colores una pareja, una persona soñadora y su amigo imaginario. 

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lunes, 25 de noviembre de 2013

La pequeña historia de Tarta

Esta es la Luna con la que Serafín me dará su vida. Bajo esta Luna Serafín perderá su vida. Hay cosas de esta vida que no me parecen justas, pero no Serafín, él no, siempre cumplió, cumple y cumplirá lo que promete. 


Es de noche y estoy en mi cuarto, miro la lluvia por última vez antes de cambiarme. Hoy llevaré la ropa de interior de encaje, la que me regalaron cuando dejé de fumar cosas que no fueran tabaco, es preciosa y una a veces quiere sentirse preciosa como la Luna. Cuelgo el móvil, me echo perfume y perfilo de negro mis labios, sombra en los ojos, palidez fingida y que no falte mi bombín. Nunca supe muy bien qué fui ni qué soy pero consigo copas gratis. 
Salgo y ya no llueve, mejor para mis botas, el aire sigue húmedo, puedo notarlo en mis labios... el aire de ciudad casi nunca está así. Hay noches especiales. 
Después de coger dos autobuses y haber atraído suficientes miradas llego al club que me dijeron mis amigos, estaba un poco lejos pero me dijeron que merecía la pena. Media hora más tarde estoy dentro donde me parece haberme teletransportado a un planeta gótico o a una fiesta de Halloween muy cara, el ambiente es bueno, el local es agradable y no hay muchísima gente, mis amigos tenían razón. Ojalá estuviera aquí Serafín, no me hace falta mover la boca para hablar con él. Me han dado una bebida extraña, está muy rica pero se niegan a decirme qué es. 


...~


Qué dolor de cabeza... Ah... Y estás no son mis sábanas... Otra vez no... Otra vez no... Soy gilipollas. Ay... voy a levantarme sin hacer mucho ruido, con el tiempo me he convertido en una maestra del sigilo, o eso pienso siempre que ando de puntillas. Escucho la sábana moverse a mi espalda, no, no, no, no... No pasa nada, sigue dormido. Joder, qué feo es cabrón. ¿En serio, Tarta, en serio he acabado con este tío? Menos mal que no lo recuerdo pero noto que he vuelto a perder mi virginidad y ya van seis veces, joder, tengo que dejar de salir, este es el límite. A ver... mi falda, ¿dónde está mi falda? Aquí. Un momento, mierda, llueve. Que le jodan, a ver qué tiene en el armario... ¡Já! ¡Un chubasquero! Perfecto. Ahora con cuidado abro la puerta... 
-Vaya... ugh... nochecita... 
¡Mierda! Tarta tranquila, Tarta tranquila... sigue dormido el muy imbécil. Joder. ¡Qué susto! Merece un castigo. A ver qué tiene en los cajones. Tiene un poco de dinero por aquí... una bolsita de polvo y un tarro rojo. ¿Por qué no? Él se ha llevado mi virginidad. Cuidado al abrir la puerta, cuidado. Bingo. Libre. A ver, Tarta, ¿dónde estamos? Creo que esto me suena, voy a llamar a Susana, creo que vive por aquí. 
-¿Sí? Buenos días princesa, soy Tartita... sí, sí, mira, ha vuelto a pasar... Exacto, y estoy en un barrio que me recuerda mucho al tuyo... A ver, pues un banco naranja, un edificio de oficinas con los cristales destrozados y creo que abandonado... Sí, también está el graffiti de la flor y la chica de las rastas... ¿Sí? ¿De veras?... Joder tía, gracias, te quiero, gracias.
Susana es la mejor, ahora tan sólo tengo que esperar a su coche entre la lluvia.
-Oye tía...-escucho alguien a mi espalda- ¿Sabes dónde puedo encontrar a alguien que me dé lo que te han dado a ti?-¿De qué coño habla?
-Macho, yo no me meto nada.
-Y una mierda que no, tienes sangre en la nariz, los ojos azules y una marca en el cuello. Sé lo que has hecho, no quiero que me digas quién te lo ha dado, quiero que me digas dónde me pueden dar a mí. -¡¿Qué cojones?!
-Tío, de verdad, me acabo de despertar aquí, no sé qué he tomado o quién me lo ha dado o qué mierda me han metido dentro, sólo quiero volver a casa, ¿vale? 
-En serio. DÍMELO. Tienes que decírmelo.-Joder, esto no me gusta.
-¡Que no lo sé!
-¿Te crees que me voy a creer esa mierda?-Ya sé, no me andaré con rodeos, que sea lo que sea.
-Tercera planta, letra E, ahí está quién me lo ha dado.
-¿Sí? No me gusta que me engañen perra, vienes conmigo y si no es verdad... vas a sufrir un poquillo...-Acaba de sacar un cuchillito, no es muy grande pero si lo hunde en mi garganta dará igual.
-¡Eh! ¡Tú! ¡Pedazo de gilipollas! ¡Suéltala ahora mismo!-Gracias al cielo, es Susana.
-¡Vale, vale! Tercero E, ¿no? Suerte chiquilla, suerte.
El hombre se va por el callejón y yo me subo al coche de Susana comiéndomela a besos, ella sabe lo mal que me sientan estas situaciones. Antes de preguntarme sobre qué me ha pasado me dio su típico sermón, el de siempre, que si me excedo demasiado, que si debería controlarme porque tengo mis responsabilidades, lo de siempre. Luego ya fue al grano:
-¿Mereció la pena?
-No sé... casi no me acuerdo de nada y el tipo no era gran cosa o eso me pareció esta mañana...
-Joder Tarta... Ya sabes qué te toca. Ya sabes por qué aún vives, dale las gracias a Serafín por última vez, por favor. 
-Pero... ¡Susana! ¡Sólo han sido seis veces! 
-¿Y? ¿No crees que ya le has hecho sufrir bastante? Mierda de sol...-Noto como el brazo se le quema un poco- Odio los días tan soleados...-Sube la ventanilla tintada y guarda silencio, como si la luz la hubiese hecho olvidarlo todo, me da esa redención. Que piense lo que quiera, no me arrepiento de lo que hice, Serafín lo comprenderá, siempre lo ha hecho. Pero Susana tiene razón... ya van seis, si me volviese a pasar, ¿qué ocurriría? ¿De verdad me pasará lo mismo que a mamá? Yo sólo quise ser querida pero para un bicho raro como yo eso muy difícil. 


Invité a Susana a mi casa pero se negó a salir del coche, la entiendo, quizá su maldición sea peor que la mía. Suspiré mucho antes de entrar en casa, casi cada paso. Miraba a aquella fría fachada de hormigón y madera, de vidas tristes, de vidas recluidas a ser lo que son. Había llovido. Piso los charcos y antes de entrar... lloro... por penúltima vez. Esta es la noche en la que Serafín me dará su vida. Bajo esta noche Serafín perderá su vida. Mi casa está tan revuelta como siempre... mi pequeño piso. Lo recojo, lo limpio, nunca lo había hecho, o quizá sí, no me acuerdo y no me importa no recordarlo. Todo pasa como a cámara rápida mientras Serafín me mira, intrigado, desde la lámpara del techo. Sabe qué pasa pero no lo quiere admitir. Cuando acabo vuelvo a mi cuarto, me siento en mi mullida cama, me siento como en una nube, me agarro los calcetines y me hago una bola. Serafín se asoma por la puerta, sube a la cama y se me queda mirando. 
-Sí, estoy llorando. ¡Ya sabes qué pasa! 
Serafín se rasca una oreja y me sigue mirando. 
-¡Agh! ¡Es como hablarle a una pared!
Me doy la vuelta y deshago mi bola, quedo estirada boca abajo con mi cara hundida en la almohada. Serafín se me acerca.
-Mmmpfffhfhffmmmm fmfmmmmffhhmmm
No creo que entienda nada de lo que digo con una almohada por cara. 
-¡Serafín! 
Le abrazo, le abrazo hasta que no me queda más amor dentro. ¡Ya basta Serafín! ¡Ya basta! ¡No volverá a ocurrir! ¡Oh no! 
Dejo a Serafín en el suelo, confuso, se lame una pata y se peina. Me pongo en cuclillas delante de sus bigotes y le beso la nariz, me hecho el pelo detrás de la oreja, me levanto, sonrío. Creo que lo hago de verdad. 
-Serafín, por fin serás libre de esta pesada carga. ¡Alégrate! ¡Rápido! ¡Antes de que nos vea la Luna!
Serafín se acerca a mí, como las últimas cinco veces, esta es la sexta. Cojo la pequeña cuchilla de afeitar que llevo siempre encima, la vuelvo a sentir por sexta vez en mi brazo y dibujo un círculo de sangre a su alrededor, Serafín, perdóname, Serafín, te quiero, Serafín, nunca te olvidaré. Ahora decide pequeño Serafín. Sabía que te quedarías en el círculo, pero a mí no me vale, no señor, he sido la peor amiga del mundo Serafín, y ya estoy harta de todo esto. Lo agarro, me levanto, cojo unas galletas y un café, el abrigo, un gorro y subimos a la azotea, ¡que nos vea la Luna! 
La noche cae, la noche nos envuelve. La Luna sale y espera a estar en su punto más alto para verme, desnuda, mortal, humana. Le doy otra galleta a Serafín, quiero que sonría. Él está en el muro de la azotea y yo me dirijo al centro de ésta, entre media docena de antenas. Extiendo los brazos, respiro, miro al cielo...
-¡Luna! ¡Soy Tarta! ¡Y ya no soy lo que era! ¡¡Tómame o déjame ir pero no pienso cambiar!! ¡¿Me oyes?!
Lentamente... me deshago... noto como mis piernas desaparecen y como entre sueños e ilusiones miro por última vez a Serafín que se acerca andando lentamente a mí, se queda sentado, admirando como desaparezco entre luces que no estoy segura de que comprenda. Le acaricio y según lo hago mis dedos desaparecen, él sonríe, no sabe qué está pasando. Adiós Serafín. Esta pudo ser la noche en la que me dieras tu vida. Bajo esta Luna tú serías mi salvador. Hiciste más que suficiente Serafín, no me des más vidas, eres el mejor amigo que tuve. Adiós, soy Tarta y desde ahora y hasta siempre te veré desde el cielo porque siempre fui lo que soy, una estrella fugaz que pidió un deseo. 

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jueves, 7 de noviembre de 2013

Revelaciones de un pasado que nunca fue vivido


Mismo edificio. Las paredes a medio pintar, los ladrillos olvidados. La misma puerta verde de madera carcomida. La abro y encuentro la oscuridad que esperaba, los adoquines medio rotos del suelo me dicen que estoy en el lugar correcto... me acerco a los buzones y leo el nombre que figura en el cuarto piso. Allí voy. Allí es donde empezó todo, he de arrancarlo de raíz.

28 de junio de 1983
Hoy ha sido un día tremendo. Comencé mis investigaciones sobre la magia y el esoterismo. Soy el único loco de esta ciudad interesado en estas cosas, o lo que es en otras palabras, tengo todo el conocimiento de La Ciudad a mi alcance. Estos monos ignorantes que luchan por llegar a la siguiente noche no saben sobre qué tesoro viven, qué oro respiran ni qué poder aguarda en aquellos que han nacido aquí. 

Subo varios de los escalones... resuenan, no me gusta que resuenen, no los recordaba así. La barandilla está astillada y en algunos cachos está arrancada de cuajo. Uno de los escalones está hundido y hay marcas de enormes garras en la pared. No es un panorama agradable, sé que hice mal y qué he causado muchos problemas pero no por ello voy a echarme atrás ahora. Cuando no puedes hacer lo correcto al menos has de hacer lo menos incorrecto.

5 de noviembre de 1987
En los últimos días he avanzado mucho en mis investigaciones. He conseguido muestras frescas, el señor "Freeze", como se hace llamar, me debía unos cuantos favores y es él quien controla el banco de sangre y de donativos de órganos. En los hospitales hay más corrupción de la que imaginaba, en cuanto tienen la oportunidad de conseguir órganos frescos sus ojos se iluminan y sus siniestras garras son capaces de todo por obtenerlos.
En fin, gracias a esa corrupción interna mis experimentos son mucho más precisos y poco a poco me voy acercando a la Verdad de todo esto. Quiénes somos, qué somos y a dónde vamos. Las preguntas más importantes de la humanidad por fin serán respondidas. 


Ah... el segundo piso... lo echaba de menos, aquí pasé varias de mis noches con aquella chica del pelo rosa. Una buena mujer, me gustaría haber sido capaz de cuidar de nuestra hija pero no, mi trabajo era más importante. Mi... hija... ¿Qué habrá sido de ella? ¿Me atrevo a entrar? Toco el picaporte poco a poco pero algo me impide abrir esa puerta. No tengo derecho, no. No tengo derecho a la redención.
Sigo mi camino hacia el cuarto piso.

13 de enero de 1989
He conseguido varios éxitos. Éxitos relativos, prueban que mi teoría es posible pero no que sea cierta y mucho menos que sea la Verdad. El piso comienza a oler mal y he decidido pasar las noches en el segundo, una chica de pelo rosa me deja quedarme siempre que le traiga algo de droga o medicinas, según la noche. Nada difícil de crear para mí. He forrado todas las ventanas de mi piso para que nadie pueda ver lo que se esconde ahí dentro, no hay que llamar la atención con estas cosas. 

Escalón a escalón llego. Me apoyo en la pared para no caerme entre tanta penumbra y noto la pared húmeda. Llueve fuera y el edificio es antiguo, es normal que esté así. Veo como la luz de la calle se cuela por algunas de las grietas y las ventanas de los rellanos. Asciendo.
Responsabilidades y deberes, siempre han sido mi punto flaco, no me gustan, no puedo con ellos, son superiores a mí. Supongo que siempre fui el mismo tipo débil que quiso ser algo en este mundo. No lo sé.

16 de agosto de 1991
He logrado mi primer milagro, todo el piso comenzó a tambalearse y la misma realidad se dobló sobre sí misma. Y de entre todo un ser de aspecto oscuro me saludó y me advirtió de lo que estaba haciendo. Le grité que lo que hago es ciencia. Parecía saber más que yo de la manera que un padre sabe más que su hijo de tres años. 
Ha sido una experiencia un tanto extraña. Aún me tiembla el pulso y de vez en cuando me dan flashes, todo se ilumina y me pitan los oídos mientras me entra un dolor de cabeza muy punzante y muy agudo. A veces pienso que es por haber logrado ver algo que mi cerebro no lo puede concebir como real, se atasca y duele. Otras pienso que esto es una tontería, y que todo saldrá bien, que sólo ha sido mi imaginación y que el experimento me ha producido alguna clase de migraña. 
En otro orden de cosas, Susana comienza a tener dolores, espero que nuestro hijo no sea prematuro y tenga alguna complicación extraña.

Llegué al cuarto piso. Voy por el hueco de la derecha y me encuentro con mi puerta y con la de mis dos vecinos. ¿Tengo el valor de acabar con esto? No. Pero he de hacerlo. Piso fuerte, las tablas chirrían y toco el picaporte. Saco la llave del bolsillo de mi chaqueta y la introduzco... siento como la realidad se tambalea, como el tejido del mundo chirría y me asusta.

18 de mayo de 1994
Hoy es la noche en la que lo lograré. El Barquero me lo ha advertido innumerables veces, "la Verdad duele", "la Verdad no es para ti". No me importa el dolor... sin Susana ya no tengo nada que perder. Sólo espero que mi hija no me llegue a conocer nunca. 
Hoy es el día, hoy por fin lograré lo imposible. Hoy conoceré la vida, la libertad, la realidad y qué es este mundo; todas las dimensiones, universos y demás forman parte de un todo colosal, "algo que una mente humana no puede asimilar" pero hoy yo lo conseguiré, hoy yo lograré llegar a un estado pandimensional y perinteligente. 
Es el momento exacto, noche sin estrellas ni Luna, es el lugar exacto, la coordenada justa del punto donde todo comenzó. 

Entro en el piso. Sí... este vacío lo recuerdo. El piso se ve igual que siempre pero más abandonado, hay sangre por el suelo, las paredes están corroídas, hay telarañas por todas partes y los muebles están recubiertos del mismo plástico de siempre. Sólo al pisarlo siento todo el vacío que esta ciudad lleva consigo, en el centro del piso está, cómo no... El Barquero. Sólo escucho sus alas. Me está mirando con sus ojos oscuros ojos, no necesita hablarme, después de tanto tiempo ha esperado mi regreso y por fin estoy aquí. Sólo lo veo levantarse. Sé qué dirá, sé qué piensa. Me lo ahorro. Grito que estoy aquí. Grito que vengo a resolver esto. El Barquero de pronto está por todas partes y en ninguna a la vez, siento su aliento en mi boca, también está en mí. Sé qué he de hacer, grito. Vengo a ofrecerme como sacrificio. Vengo a salvar a esta ciudad del vacío. Vengo a ofrecerme como sacrificio para conservarla para siempre. Te ofrezco esta pesadilla de la que soy responsable. Tómala y haz que sirva de lección a toda la necia humanidad... Toma mi vida y bórrala, suprímela, elimínala. Haz lo que debas hacer. Cumplí mi parte del trato, he vuelto, ahora cumple la tuya, resuelve esto.

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