domingo, 5 de mayo de 2013

Varias entradas para una misma puerta

Es hora de un cuento, ¡claro! Cómo no. Es agradable saber que cuando escribes cada una de las palabras que tú mismo conjuras sabes que alguien, en algún lugar y en algún momento, las leerá y obtendrá los sentimientos que tú quisiste que tuviera.
Somos cajas de secretos los cuenta cuentos, no lo olvides. Sabemos más de lo que sabemos y creemos en más de lo que cualquier persona podría creer. ¡Claro! Si no... No seríamos más que meros destellos que dijeron ser aquello que nunca fue.

Pues bien, ¿quieres un secreto? Este es uno. Esta es la historia de un joven adolescente. El año es poco importante, pues esta historia ya la conoces y ya la has visto, escuchado, recordado y vivido.
Este chico descubrió algo, algo maravilloso, pero sólo maravilloso para él, como sólo son los mejores tesoros. Descubrió lo mucho que le encantaba, lo mucho que podría ser eso durante años y años sin cansarse. Pero, por una razón u otra tuvo que esconderlo, esconderlo como su más preciado afecto y recuerdo, no quería que nadie lo pudiese romper. Encerrarlo y cavarlo en lo más profundo que pudo encontrar. Ahora hay tres versiones:

En la primera, el chico de vez en cuando visita su tesoro, deja empaparse por su luz y sonríe de nuevo. Sonríe en ese mar gris en del que protege sus recuerdos. Él es el refugio de su tesoro. Él es el guardián de su tesoro.

La segunda versión es algo más trágica desde mi propio punto de vista: el chico entierra su tesoro tan profundo que no es capaz ni de sentirlo, lo pierde en el mar con el ancla que le puso y el ser humano necesita la constancia de la memoria para recordarlo. No lo recordará más, seguirá su rumbo sin la brújula que perdió, ¿a dónde irá? A donde le lleve el viento, por supuesto.



La tercera versión es especial. Ocurre pocas veces y es grandilocuente. En esta versión el chico deja a un lado todo lo que él cree y se guía por lo que sabe. Saca el tesoro de su desván, lo saca a la luz del sol y su sonrisa colorea la realidad que lo rodea. Su tesoro ahora está expuesto pero es un "loco" y lo arriesga todo a un último disparo. En esta historia a veces acierta y en otras no. El todo o nada que no le puede dejar mejor sabor de boca.

                             
                                   


Y el resto del cuento es Historia. Con mayúscula. ¿Existieron las palabras que la grabaron? Quizá sí, quizá no, pero la Historia es inherente al tiempo, sea grabada o no.

¿Cómo sé que ya conoces ese cuento? Bueno, simple y llanamente... porque puedes sentir la lluvia en tu piel.

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