jueves, 24 de julio de 2014

Playas nubladas

-He... he vuelto a la playa. Sólo quería saber si... bueno, si tú estarías por aquí. 
-Oh... bueno, no te puedo decir que sí, ¿lo comprendes?
-Perfectamente. Sí. 
-Es marzo, ¿qué se te ha perdido por allí?
-Tú.
-Ah... esto... sí, bueno. Disculpa un momento, ¿quieres? -¿Qué hago? Quiere verme.
-¿Sigues ahí?
-Ah, sí, sí. Eh... ¿hasta cuando estarás? -Calla, calla, que no le escucho.
-Hasta finales, el último sábado. 
-Entiendo... pues, mira, yo iré a mediados, ¿qué te parece si... ya sabes?
-¿Nos tomamos un café?
-Sí, suena genial. 
-Guay. Pues... eso, nos vemos allí, ¿no?
-Te llamaré. 
-Vale, perfecto, sí, suena muy bien, sí. 
-Hasta luego. 
-A-... Adiós.

Ya llevan haciendo esta clase de cosas varios años. Se quieren y dejan de querer. Si te parecen absurdos quizá es que nunca has estado enamorado. Ven, siéntate. Esta foto me la mandaron unos viejos amigos. Creo que es Finlandia, no estoy seguro. Fue en su Luna de Miel, querían que me acordase. Sí... ¡Fueron buenos tiempos! ¿No te parece?


Oh, sí, perdona, mis modales, ¿quieres algo? ¿Un café, un té, una cerveza? Ah, cierto, qué cabeza, me estás leyendo. ¡Hola! Encantado. Ni si quiera me ves, ¿verdad? No pasa nada, no hará falta. Me llaman "Narrador", cuento las vidas de otros, un trabajo apasionante. No va con segundas, de verdad, me gusta esto. Es como no parar de leer historias y ver películas. Un narrador no crea nada, ni siquiera cuenta, tan sólo hace lo que le es propio, ¡narra! No controlo los eventos, emociones y acciones de los personajes. Ojalá. Estos dos no hubiesen roto cuatro veces. La de Galicia fue la peor. Era un noche lluviosa, ella estaba en su cama, la luz de la Luna iluminaba tenuemente la estancia y notaba el calor de su cabeza apoyada en sus hombros. Oh, tenías que ver su cara, estaba realmente satisfecha con esto que se planteaba siempre, con "vivir", la vida no había sido muy fácil para ella. También ocurría que se la complicaba ella sola, pero eso es otra historia. Hubo un momento que rompió el silencio:
-¿Te ha gustado?
-¿Ehm...? Sí... mucho-sonrió-.
-Genial, así no me sentiré mal cuando me vaya. 
-¿Cómo? -Ella se recostó. Él la miró anonadado. 
-Creí que te lo había dicho.
-Es evidente que no.
-Mañana me voy a Helsinki. 
-¡¿Qué?!
-¿A qué viene tanta sorpresa?
-¡¿Cómo que a qué viene tanta sorpresa?! ¿Acaso te importo una mierda?
-¿Qué? ¿Qué dices?
-Mi novio se mañana a Helsinki y me entero la noche de antes. Gracias. ¿Sabes? Gracias. Me has ayudado a darme cuenta de que eres un capullo.
-Qué dramática, no es para tanto.
-¿Ah no? ¿Cuánto te vas?
-Dos meses. 
-O sea que no te veré en dos putos meses a partir de mañana. 
-Sí...
-Genial. ¿Sabes? De puta madre. 
-Venga cariño, no es para tanto. Tengo Skype.
-Vete. En serio.
-Pero, cielo...
-Vete.
-¿Qué coño te pasa?
-¡¿Que qué me pasa?! Vete de una puta vez. Ni me llames. Que te jodan. Vete. Vete ahora. Ya.
-Pero tía, que te quiero, ¿qué dices?
-Y una puta mierda. Vete ahora mismo de mi cama y de mi casa. 
-Tranquila tía, mira, te llamo mañana, ¿vale?
-No te enteras, ¿eh? Mucha mierda en la cabeza, ¿no?
-¿Qué dices?
-¡Estoy harta! ¡¿Me oyes?! ¡Harta!
-Que sí, que sí. Te veo mañana. 
Pegó un portazo. Ella al instante se puso a llorar y a golpear la pared mientras gritaba su nombre, una y otra vez. Y frases sueltas como "¿por qué me haces esto?" o "¿qué he hecho? ¿Qué he hecho?". Aunque no sólo por esto es la peor, al día siguiente él la llamó. Resulta que el billete de avión era para el aeropuerto de Santiago de Compostela y no tenía cómo ir. Había dormido debajo de un puente por el chaparrón y necesitaba a alguien que le llevase porque él no tenía un duro. Ella accedió, apareció hecha un desastre y en bata. Se subió. Llevaban veinte minutos en total silencio. Él intentó decidir algo pero ella encendió la radio al instante. Llegaron al aeropuerto.
-Gracias, cariño. Te llamaré cuando llegué.
-Que. Te. Jodan.
Y aceleró. Resultó que le había dejado en el aeropuerto de La Coruña. Él perdió el avión y del cabreo no hablaron en ocho meses. Fue jodido. ¿Yo? Ah, estuve narrando otras cosas. Siempre hay algo que contar, no te preocupes. 
Oh, ya es la hora, disculpa. Tienes que irte, bueno, no, no es tan simple. La cosa es que nuestra comunicación se corta ya. Lo siento. ¡Ya nos veremos! 
Cuídate y ¡sigue radiando belleza como hasta ahora!



Historias Irrelevantes en Lugares Anónimos

Lugar Anónimo: 
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