martes, 29 de julio de 2014

Testimonio de Samanta

Ya hace dos semanas que vivo sola en casa de mis padres. Se fueron, no dijeron a dónde ni cuánto. Supongo que es mejor así. Me he teñido de moreno, antes tenía el pelo de colores y creo que esto me sienta mejor. No queda nadie por aquí y me paso la mayor parte del día en casa, leo, hablo por teléfono, veo la tele y hago las tareas de la casa. A veces cuando desayuno veo los dibujos animados pensando en lo bonito que sería tomar un café asomada a la ventana. Me encantan esas imágenes son como de peli, la realidad es algo menos glamurosa, supongo.
A veces cojo la espada de papá y me pongo a dibujarme historias de piratas en la cabeza. Otros días hago la “noche de terror” y me pongo a leer historietas de terror o me veo películas de miedo hasta que amanece. Me gusta hacer la compra también, creo que a todo el mundo le gusta decidir cosas ya sea la marca del zumo de naranja o qué camino tomar de vuelta a casa. Nunca repito. De ninguna de las dos cosas. Si buscas yo creo que verás que hay más marcas de zumos de naranja que religiones en el mundo.  
Me he puesto a hablar hasta con las persianas, bueno, no, pero sí con un amigo imaginario que tuve de pequeña. Me imagino que existe o que… ¿nunca ha dejado de existir? No sé. El caso es que me gusta hablar con él, me despeja. Hoy me hice pollo. Con arroz. Y así me va. ¿No? A veces quiero que mis padres vuelvan porque la casa está silenciosa, a veces me siento como si estuviese en una casa que no es mía, allanamiento y esas cosas. Compré batidos.
A veces doy paseos por la noche, es entretenido. No hay nadie, hace fresquito y hay un supermercado que cierra a las tantas así que puedo comprar chuches. Creo que me quedaría bien el pelo corto. O sea, corto cortito. Que se me vea la nuca.
El otro día me bajé la silla de la playa al parque de aquí al lado y me puse a comer pipas escuchando la banda sonora de Little Miss Sunshine. ¡Se me pasó la mañana volando! Mañana haré lo de mirar por la ventana con una taza de café, aunque conociéndome será Cola Cao. A veces pienso en cómo sería ser una roca y rodar río abajo. También en qué se debe sentir al ser madre de alguien, o a dónde vamos la humanidad. ¿Las cosas se repiten una y otra vez? ¿Por qué? Luego me hago una ensalada con filetitos troceados. Dejé de fumar hace un par de años, no me sentaba bien, creo. Ahora me siento mejor desde luego. ¿Y si pudiese cambiar mis decisiones?
Al final sólo nos queda que la vida nos arroye de una vez y miremos hacia donde queramos, esperando o sin esperar que algo nos abrace. Me gusta ese pensamiento. Escuché una vez uno muy bonito, “al final sólo puedes esperar que tu último pensamiento sea bueno”. Me gustan las frases que empiezan por “Al final”, después de ellas hay silencio ocupado por la banda sonora y un zoom hacia fuera mientras ves sonreír a la chica de la taza de café que se asomó una mañana por la ventana. ¿Qué hará después? Eso se lo pregunté una vez a un amigo, me dijo algo que me gustó. Aunque para que me gustase lo tuve que pensar dos veces.
-¿Qué hará después de eso?
-Oh, fácil. Vivir su vida, imagino.
Ahora me gusta más cada vez que lo recuerdo. Todas las cosas siguen, sólo hay que saber cómo escucharlas, supongo.

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