viernes, 16 de agosto de 2013

¿Y si no recordases qué has hecho la noche más importante de tu vida?

La oscura lluvia arrecia contra las desoladas calles de una ciudad en la madrugada de noviembre. Llevas un abrigo largo, un paraguas clásico y te estás fumando el tercero de la noche, te da una sensación de satisfacción sin saber por qué, por lo que lo sigues fumando. Estás bajo una farola y no hay nadie más en la calle. No sabes cuánto lleva siendo de noche, no sabes si lo preguntas por ti o por la ciudad. No sabes de dónde has venido o dónde estabas cuando comenzó a llover. Rebuscas en tus bolsillos y encuentras un librito negro, sus tapas son de cuero y parece muy trabajado, ¿la cinta que lleva como separador marcará algo particular o estará puesta al azar? No quieres que se moje, sigues buscando en tus bolsillos.
Encuentras una billetera, no es la tuya, esta es de líneas azules y blancas con tus iniciales bordadas. Parece hecha a mano. La entreabres con la misma mano con que la sujetas, en un primer y obtuso vistazo te asombras al encontrar que lo que lleva dentro es tuyo. Ahora te das cuenta de que el abrigo que llevas no es de tu género, ni tuyo, y por eso te sentías raro con él puesto, sin embargo sientes algo en el pecho, el abrigo tiene un bolsillo interior, no pesa mucho. Guardas la billetera y sacas aquel objeto del bolsillo interior. Es un teléfono móvil pero no es el tuyo, es negro y de alta tecnología, comienza a vibrar y respondes:

-¿Lo hiciste ya? Queda poca noche.

No reconoces la voz, preguntas por su nombre instintivamente y cuelga. La voz no era familiar, con extrañeza guardas el móvil donde lo encontraste. Vuelves a sacar la billetera, necesitas beber algo. Sonríes porque tienes dinero más que suficiente. Entras en el primer bar abierto y pides mientras te diriges a una mesa en una esquina del mismo. Te echas las manos a la cara como queriendo despertar. Te restriegas los ojos y suspiras. Por fin llega lo que pediste, te ha parecido una eternidad aunque hayan sido apenas unos segundos. Sacas el pequeño librito negro y lo abres por la página en la que está el señalador. Son dos caras en blanco, el papel es beige y tiene un tacto áspero pero cómodo, pasas a la anterior hoja y ves escrito abajo a la derecha “¡Hoy por fin llegó el día!”. Pasas unas cuantas páginas atrás y comienzas a leer…:

Necesito recordar esto. Lo anoto para que no se me olvide, siempre es bueno tener anécdotas. No olvides esto tampoco. Se me ha dado permiso para hacerlo, después de todos estos años es un alivio que se me dé esta libertad, pero me pregunto con quién hacerlo.
Te comienza a sudar la frente, bebes un poco más y te miras las manos. No ves nada anormal, tan sólo están un poco blancas, algo casi inapreciable. Suspiras una segunda vez y pasas unas cuantas páginas más.

Creo haber encontrado a quién. Aún no me conoce pero me gusta mucho y es raro que alguien me guste a mí. Sé dónde vive y estoy vigilando su vida cotidiana, pronto sabré dónde puedo encontrar a esta persona en cada momento del día. Aún no sé sus datos personales, pero sí su nombre y sólo escucharlo me hace sonreír.
Miras con nervios el libro que tienes frente a ti, tus ojos no dejan de parpadear y tus cejas comienzan a temblar. Las siguientes páginas son cuadros, horarios en esquemas y reconoces todas las actividades. Son tu rutina, la que sigues cada día. Tus manos tiemblan por lo que se hace difícil leer aún más, tus ojos no quieren seguir haciéndolo pero necesitas saber más. ¿Quién podría resistirse a esto?

Esta noche será la noche, me siento con una energía que creía olvidada. Sé a dónde irá y cómo irnos a mi casa juntos. Coser y cantar, espero que se lo tome bien… he escuchado a muchos que han dejado un desastre tremendo después del acto y no me apetece recoger nada. No tengo nervios, creo que los perdí o los olvidé, pero esto es una oportunidad única en muchas lunas. Por fin.
No comprendes nada, sabes que te ha hecho algo, sabes que algo pasó y que luego lo olvidaste. ¿Tan terrible fue que lo tuviste que remover completamente de tu memoria? ¿Tan horripilante fue que tuviste que escapar con tanta prisa que cogiste su abrigo? ¿Qué? ¿Qué pudo pasar? Es en lo único que piensas. ¿Qué?
Te das cuenta de que apenas llueve ya y de que alguien ha abierto la puerta del bar. Apenas sois tres en aquel lugar contando al tabernero que según ve al nuevo visitante decide meterse en la cocina. Los otros dos se esconden bajo su abrigo. Esa figura se acerca a ti y te dice con una voz muy familiar y muy dulce:

-¿Por fin paraste con tu locura? Dios, de haberlo sabido te hubiera atado, me has hecho correr como nadie lo ha hecho hasta ahora. Mira, ya está hecho, además estabas a punto de suicidarte, ¿por qué no paramos con esta locura, eh? Ya estás muerto de todas formas. ¿Qué diferencia hay?

Tu susto es mayúsculo, apenas puedes articular una palabra sólo alcanzas a preguntar quién es y por qué te dice esas cosas. Tus pensamientos de verse escritos tendrían signos de exclamación y estarían escritos con mayúsculas.

-¿No me digas que lo has olvidado todo?suspira- Ven, dame la mano.

Das tu mano y cuando notas las suya notas una mano extremadamente fría. Te coge el brazo y te remanga, miras tu brazo, hay dos marcas cicatrizadas, como si las hubieran hecho hace mucho, notas que tu piel es pálida, más que nunca. Tus labios comienzan a temblar y miras a esta extraña persona los ojos.


-¿Ya te acuerdas? Bien. Comienza tu condena, este es un mundo frío y oscuro y sé que a ti te encantará. Ven, ven conmigo, pues mi voz será la única que oigas durante mucho tiempo. 


Anónimo
Desde mis sueños hasta tu pantalla
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2 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Lo mejor de ella creo que es que da igual que seas mujer que hombre, se entiende de la misma manera. Pero dime, ¿quién entró en la cafetería mientras tú sostenías el diario?

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