viernes, 24 de julio de 2015

Carta de un loco a un sueño


Los sueños son algo muy delgado, son finos y frágiles. Aunque inflados lo suficiente pueden hacerte volar más que ningún globo que encuentres. Hay que cuidarlos con mucho mimo para que no caigan en el olvido. Hay que leerlos cada noche como un manual de instrucciones.
Como el sueño de estar leyéndole un cuento a un niño y que el niño ría, sonría y duerma feliz. O soñar contigo y verte a través de la ventana. Encontrarte entre la noche y el día y acogerte en mis sábanas. Me acuerdo de ti tanto.
Cómo no hacerlo.
Me gustaría escribirte una canción aunque no sé cantar. Me encantaría descubrir al animal más adorable del planeta y darle tu nombre. O volar en globo por tus pensamientos. Me encantaría ser tus manos por un día para que veas de lo que soy capaz o ser tu vecino para invitarte a cenar. Quisiera ser pirata para darte mi mapa del tesoro y sería un placer batirme en duelo con un oponente tan fuerte como tú. Pistolas al amanecer. ¿Te acuerdas?

Sueño con los días en los que supimos que el otro existía. Ya sabes. Cuando eramos pequeños. Hiciste que tuviera una infancia genial, ¿hice lo mismo? Nunca supe nada de cómo me veías tú, ni de cómo me ves. Sí sé que te encantó cuando me hice pasar por un muñeco de nieve en el jardín de tu abuelo o que te reíste cuando me caí de cara de aquel columpio. Recuerdo las bolsas de chucherías que nos compraba mi abuela y cómo te gustaban los tiburones de gominola. Siempre te daba los míos. Lo que hace soñar. Me pregunto qué habrá sido de ti, si siquiera llegarás a leer esto, si te gustaría leerlo. Si te has alegrado al mirar el dorso del sobre y encontrarte mi nombre en él. Supongo que es lo que menos esperas.

Yo te he esperado, ¿sabes? Esperé cada día que cumplieses tu promesa. Me dijiste que algún día me sacarías de aquí y me llevarías por todo el mundo. En sueños. En persona. En vida. En muerte. Te esperé y te espero. Nunca perdí la esperanza en tu mirada, en tus sonrisas, en aquella manera que tenías de acariciarme. Miro las estrellas y veo aquel día que me cogiste de la mano y me diste mi primer beso, aunque dijimos que eramos amigos. Y no podría querer a otra amiga más que a ti.

Por favor, si te llega esta carta, escríbeme de vuelta.
La estaré esperando con una sonrisa.

Te quiero.
Jorge.


...


-Es la tercera que manda en un mes. ¿Desde cuándo las escribe?
-Desde que entró aquí.
-¿Y no pone ni dirección ni nada?
-Sí... él dice que las mandemos allí pero esa dirección no existe.
-Vaya...
-Y lo peor es que no tenemos ni idea de quién es, ningún familiar suyo lo sabe tampoco.
-¿Y en el dorso qué pone?

de la Huerta González, Jorge.
Hospital Doctor Rodríguez Lafora
Carretera de Colmenar Viejo, Km 13
28049, Madrid.

-¿Habéis probado a enviarlas?
-Sí. Sin respuesta, correos nos las devolvió.
-Pobre... ¿por qué no se lo decís?
-Le partiría el alma en dos.
-Pensar que un sueño puede cortar a alguien en dos...


3 comentarios:

  1. ¡Narf!
    Que pesioso el principio, y que tortazo el final.
    Y encima se llama igual que yo, para que duela más D:

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    1. No escribas cartas. Es malo

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    2. Pues de hecho tengo un sello de lacrar enormemente desaprovechado...

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