Te escribo desde la zona de los quemados. ¿Te acuerdas de
quiénes son los quemados? No gente quemada, digo los quemados, ¿te acuerdas? El mundo es más grande ahora que entonces,
ahora… Ahora estamos juntos. Eso hizo, al menos a mi mundo, más grande.
No se está mal, la verdad. Es un
poco aburrido porque no hay mucho que hacer, los tienen un poco marginados. Nos
ponemos cerca de bidones llameantes a contarnos historias, ya sabes, historias
de la vida. Hay un tipo que era pescador, por ejemplo, pero ¡pescador del mar!
Ojalá algún día veas el mar, cielo. Te encantaría, lo sé. Nos contaba cuando
tenía que luchar contra olas de varios metros de alto en un humilde barco que
no tenía ni mecanismos de pesca, lo hacían todo con caña. Sé que todo esto debe
sonarte a chino pero a mí me trae tantos recuerdos… Nos contó cómo tuvo que
venirse y unirse a los quemados, de todos mis estudios el suyo es el caso más
insólito no por el caso en sí, sino por la localización. No se ve nada parecido
en la costa. Resulta que encontró alguna especie de monstruo marino, no
recuerda mucho, conoces ya cómo va esto, el shock,
el trauma, te hacen olvidarlo prácticamente todo. Él sólo recuerda ver a su
hermano alejarse gritando su nombre, lo buscaba, mientras, él, en el agua,
sabía con total certeza que iba a morir. Iba a morir y lo sabía. Como una
revelación, como una extraña certeza absoluta.
Al final resultó que
efectivamente, murió. Su cadáver fue arrastrado hasta las costas donde fue
levantado y marcado. Y tuvo que venirse hasta aquí, junto al resto. No conozco
ningún caso de un quemado formado en la costa, me ha roto todos los esquemas.
Pero no te voy a llenar la carta con mis estudios, sé que te
gustan pero tampoco tanto como para sólo querer saber sobre ellos. Te quiero
decir que te impresionaría este sitio, es austero y muchos de los quemados son
sin-techo, incluso yo duermo en un hostal de acogida, pero toda esta humildad y
el trabajo físico diario entonan melodías de crecimiento en mi interior, un
interior tan apagado que daba más miedo que la más oscura de las cavernas.
Y es de noche ya, estoy en el comedor común del hostal y se
respira un silencio tan… bonito. Se nota la devoción y el agradecimiento de los
quemados por esta comunidad. No sé por qué se les tiene tan apartados, además
de su aspecto claro, al principio cuesta acostumbrarse. Supongo que seguimos
juzgando por las apariencias. Espero que mis estudios puedan cambiar eso como
tú cambiaste mis ojos.
Nunca te lo podré agradecer suficiente. De verdad. Pienso en
ello cada noche desde la noche que sucedió. Te quiero.
Y te hice un regalito. Supongo que ya lo has visto porque
viene junto a la carta.
Hasta dentro de unos días.
Mucha suerte, mi creadora.
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