viernes, 24 de julio de 2015

El cuento de Ojos de Atardecer

Entre los míos nombramos todo a partir de los cuentos que aprendimos de pequeño. Llamamos a los héroes cotidianos "ojos de atardecer" por esto.
El cuento dice así del ojos de atardecer dice así:

Un hombre triste y desamparado
Quiso comprarse un helado.
Mas no pudo pues no era el hombre mejor indicado.
Perdido y sin una historia con la que poder haber pagado
El hombre se dirigió al oeste ha ganar dinero criando ganado.
En su camino con un diablillo se habría topado
Ya que se le ocurrió una idea que ni al más alocado:
Llevaría el ocaso en sus ojos para tenerlos adornados.

¿Pero cómo realizar tal labrado
en el cielo no estrellado?
Probó pidiéndoselo a los dioses atolondrados
Y le dijeron que no, que no se lo había ganado.
Probó usando ingeniería y mecanismos de lo más avanzados
Y ninguno fue lo suficientemente grande ni osado.
Probó ha realizar la labor con su cuerpo bronceado
Y comprobó que no tenía la fuerza de la que le habían hablado.
¿Qué podría hacer si quería ver su objetivo alcanzado?

Volvió a viajar al oeste para ver al diablillo que le había cantado.
Le preguntó que cómo podría robar tan grande sol sin caña ni arado.
¡Fácilmente, mi amigo cansado!
Tan solo intenta que el sol entre tu índice y pulgar se encuentre hallado.
Y así, con sus nuevos ojos acaramelados
nuestro héroe pudo comprarse su helado.


Los héroes cotidianos somos cualquiera cuando logramos lo que nos proponemos, por pequeño que sea, y cuando lo hacemos, decimos que tenemos el sol en la mirada porque, realmente, nuestros ojos brillan con alegría y orgullo de haber alcanzado nuestros sueños. Por pequeños que estos fuesen.

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